INTEGRAL WORLD: EXPLORING THEORIES OF EVERYTHING
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DESDE LA PRÁCTICA INTEGRAL AL PROYECTO INTEGRAL.ES

Manuel Márquez Sánchez

¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Qué sentido tiene estar aquí? ¿Cómo saber qué hacer? ¿Qué sentido tienen el dolor y el sufrimiento? ¿Cómo puedo alcanzar un punto de calma para observar y reconocerme en medio de este mundo cambiante? ¿Puedo encontrar alguna luz en medio de tanta oscuridad? Estas, entre otras, son algunas de las preguntas más frecuentes que nos hacemos los seres humanos al tomar conciencia de nosotros mismos, ante el extrañamiento que provoca reconocer una realidad de la que aparentemente somos parte y cuyas reglas nos son ajenas ¿Cómo encajar y hacer parte del puzzle? ¿Cuál es mi lugar en este mundo?

Estas cuestiones u otras parecidas nos han empujado a muchos de nosotros a una búsqueda de la que a veces, casi sin darnos cuenta, somos ajenos. La toma de conciencia, el hecho de darse cuenta del cuestionamiento interior, de la búsqueda de significados propios a menudo nos catapulta a un estado límite entre la percepción del mundo como el mito de lo dado, como una realidad que se nos entrega ya acabada, y el tímido despertar a algo diferente, a la vaga sensación de recordar algo que ya sabíamos pero que habíamos olvidado. En ese duermevela, en ese estado intermedio, es donde es importante encontrar una orientación para que el viajero de la conciencia pueda, de forma equilibrada, seguir su propio camino según sus capacidades, aprendiendo a reconocer sus límites para poder ampliarlos más adelante.

Es en este contexto en el que resulta especialmente apropiada la idea de la Práctica Transformativa Integral. No es mi intención hacer aquí una exposición a fondo de lo que la practica integral significa o aporta, más bien, trataré de mostrar cómo la transformación es el requisito que se nos exige para poder evolucionar. Y cuanto más equilibrada sea esa práctica, cuanto más completa e integrada en las raíces de nuestra conciencia, mayores son las probabilidades de que nuestro crecimiento sea real y estable, y sirva de plataforma para explorar los nuevos territorios que se ofrecen al viajero.

Así pues, vamos a hablar de práctica. Se me ocurre que la mayoría de las personas que participan en estas jornadas podrían enseñarme muchas cosas sobre su práctica, ya sean meditadores, yoguis, sigan alguna disciplina centrada en la oración contemplativa, utilicen la práctica chamánica o el uso de enteógenos, estén en la vía sufi, el zen... Cada una de estas formas de relacionarse con lo sagrado o numinoso o, quizá dicho de forma más simple, de conectar con la interioridad y acceder así a una mayor conciencia de ser, tiene sus propias reglas, traza su propia ruta y dispone de mapas precisos que nos han legado los diferentes viajeros que han atravesado esos parajes de la conciencia. Por lo tanto, el aprendizaje y entrenamiento en cada una de esas prácticas que hemos señalado lleva, individualmente cada una, años y años hasta alcanzar un grado de madurez en la práctica que permita constatar verdaderas transformaciones en las personas. Esto, sin embargo, no debe desanimarnos, en algún momento y por alguna práctica concreta hay que empezar.

Aquí, la idea fundamental consiste como la mayoría de nosotros sabemos, no en ir picoteando un poco de aquí, un poco de allá... sino en comprometerse verdaderamente con una sóla práctica para empezar, aquella que a cada cual le resulte más atractiva. Si en el desarrollo de la práctica la persona se entrega a su realización, nacerá, con mucha probabilidad la necesidad de ampliar la práctica a otros ámbitos del ser. Para intentar ser claros: Si, por ejemplo, comenzamos meditando a diario, realizamos retiros prolongados y nos entregamos a esa práctica, es casi seguro que encontraremos vacíos y partes oscuras en nuestra psique y bloqueos emocionales, por no decir que tomaremos profunda conciencia de nuestro cuerpo físico y de cuán lejos de todas estas partes de nosotros nos encontramos la mayor parte de nuestras vidas. Del mismo modo ocurre con las otras prácticas, aunque cada una desarrolle a fondo un aspecto del ser, del individuo, no basta generalmente para que toda la persona alcance un equilibrio en todas sus líneas de desarrollo. Este precisamente es el objetivo de emprender una práctica transformativa integral que, en sí misma, no es otra cosa que la reunión de diversas prácticas dirigidas a los distintos niveles en los que la conciencia de los individuos se manifiesta.

Ahora bien, para que sea completa esa práctica, debe no sólo responder a los diferentes niveles, también ha de contribuir al desarrollo de cada uno de los cuadrantes, o dicho de otro modo, una práctica equilibrada contempla lo individual y lo colectivo, lo interior y lo exterior. Y en cada uno de esos dominios podemos encontrar un buen repertorio de prácticas que nos ayudan en el proceso de transformación. Esta es una cuestión que debemos señalar y no pasar por alto, porque a menudo ponemos el acento en ascender (o profundizar) en la escalera evolutiva, alcanzando elevados logros en un cuadrante pero descuidando otros. Y esto, lógicamente, hace que nuestra práctica sea menos integral, porque integral significa, como sabemos, equilibrado. Ese equilibrio se alcanza cuando tanto en nuestro desarrollo individual y colectivo, exterior e interior, somos capaces de lograr, aunque me repita, un equilibrio adecuado.

Esto quiere decir que, por ejemplo, podemos pasar horas y horas meditando, podemos hacer descender nuestras ondas cerebrales hasta llegar a delta y, con ello, tener experiencias de contemplación mística, pero esto no nos asegura una inteligencia emocional desarrollada, ni un equilibrio psicológico adecuado, ni ... De hecho, los cuadrantes más desatendidos hasta ahora por la moderna espiritualidad occidental han sido los dos inferiores. La idea de espiritualidad frecuentemente está reducida y centrada en el superior-izquierda (interior-individual) de manera que nuestro compromiso de llevar consciencia e intentar vivir con el mismo sentido e intensidad lo colectivo debe ser más fuerte y decidido que nunca.

Con este propósito nace este proyecto. Se basa simplemente en la intencionalidad compartida desde nuestras individualidades para intentar alumbrar en lo colectivo un espacio en el que la ola integral pueda desplegarse . Este espacio, dentro de nuestras capacidades y en respuesta a nuestros objetivos, tiene el propósito de cubrir el hueco informativo en nuestra lengua, el español, en torno a toda la producción que se está dando alrededor del Instituto Integral. De esto se hablará más adelante, baste ahora con trazar las líneas más gruesas de este proyecto.

Quisiera aprovechar la oportunidad que me brindan estas jornadas para insistir, una y otra vez, en la necesidad de emprender la práctica. No La Práctica, la única, la exclusiva, la auténtica. Eso es algo que cada quien debe descubrir, porque no hay dos seres humanos iguales, de forma que lo que a unos nos aporta determinada práctica, resulta menos apropiado para otros. Así, algunas personas, en el período de iniciación a la práctica encuentran una dificultad muy grande para permanecer sentados durante largo tiempo, siendo más fácil para ellas ciertas técnicas de meditación dinámica, por señalar un sólo ejemplo. La idea central es evitar enajenarnos de alguna de nuestras partes más molestas. Generalmente, aquello que más nos asusta contiene en su interior lo que necesitamos resolver con más urgencia. La sensación de miedo que provoca en nosotros lo desconocido es una brújula que, cuando empezamos a comprender, nos orienta en nuestra búsqueda justamente a explorar las zonas a las que necesitamos llevar luz; pero para llevar esa luz primero hay que descender a la oscuridad y reconocer lo que allí se esconde, una parte de nosotros mismos que necesita ser integrada, algo que habíamos dejado atrás y que constantemente reclama, de un modo u otro nuestra atención. Estas señales de alarma son la propia inteligencia del diseño evolutivo. De nada sirve subir y subir, si en nuestro ascenso no vamos equilibrando, integrando, creando espacio en nuestro interior, abrazando todo aquello que está ahí para enseñarnos. El miedo, el dolor, el sufrimiento, la depresión, el desfallecimiento, la ansiedad... todos esos sentimientos, todos esos estados de la conciencia son señales, imanes que atraen una y otra vez nuestra atención hacia aquellos lugares de nuestro interior que necesitan ser sanados, rescatados. Dicho de forma sencilla: la crisis es siempre una oportunidad para la transformación, y no hay modo de crecer si no introducimos en el horno de nuestras emociones, expuesto al fuego de la transformación toda idea de nosotros, todo resto de identidad que nos limita a ser eso, sólo una idea. Agarrarnos a cualquier imagen , a cualquier idea, es lo que evita que podamos, desde el desprendimiento soltarnos y descansar en el flujo natural, simple y sencillo de ser, abiertos a todo aquello que libre y espontáneamente aparece en nuestra conciencia.

He hablado específicamente de las emociones a propósito un poco más arriba. No quisiera dar la sensación de que estoy reduciendo a ese nivel de conciencia las posibilidades de transformación. Pero si me gustaría señalar la especial importancia que tiene, a mi juicio, para la mayoría de los buscadores occidentales, objetivar este nivel para poder integrarlo adecuadamente, para sanar nuestro cuerpo emocional y poder continuar el proceso de crecimiento, de reconocimiento de nuestro rostro original. Y no hay forma de hacer esto si permanecemos continuamente apegados a la conmoción interior que provoca en nosotros cada descarga emocional. En mi opinión este es es un verdadero obstáculo colectivo que sólo puede ser superado a través del trabajo individual, a través de la práctica. El resultado de esa práctica ha de dejar paso, finalmente, a unas relaciones fluídas y saludables con nosotros mismos y con los demás.

Así pues, reconocidas las emociones como un verdadero cuello de botella en el que podemos quedarnos atascados, hemos de darle la importancia que tienen. Porque el verdadero problema surge cuando, sin tener equilibrada e integrada esta parte en nosotros, desplazamos a la mente y todas sus capacidades el conflicto con nuestras emociones. Y con ello todos los riesgos, problemas y el repertorio completo de confusiones, culpabilidades, rabia, ira... que, cuando atrapan las capacidades racionales para autodestruirnos o dañar a los demás no hace otra cosa que multiplicar la posibilidad de negarnos a nosotros mismos y a los otros.

En toda práctica integral necesitamos trabajar simultáneamente en todos los niveles de la conciencia, y necesitamos hacerlo así porque se despliegan de manera simultánea, ocurren ahora mismo, en este instante. A cada momento somos este cuerpo físico, estas emociones, estos pensamientos... Y, cuando somos capaces de objetivar, de observar con distancia todo eso: cuerpo físico, emociones, pensamientos ¿Qué hay más allá de ellos? ¿Desde dónde observamos? Si no nos atrapan la mente racional y la mente lógica con todas sus capacidades ¿En qué lugar puede relajarse y descansar para que pueda expresarse lo que está más allá de ella?

Aquí es donde comienza la exploración de lo transpersonal. Trascender la mente, ir más allá del pensamiento significa, literalmente abandonarlos, relajarse en su contemplación para que, más allá de ellos pueda comenzar a expresarse el alma en cada uno de nosotros. Digo esto porque la práctica integral continúa también en los dominios de lo transpersonal. Cuando un buscador comienza a abrirse paso en medio de los estadios transpersonales necesitará también ampliar su práctica de forma que atienda todo lo que allí surge, sus posibiliddes, sus patologías... Sin embargo, no me adentraré más en este terreno porque, en honor a la verdad, mi propia experiencia no es suficiente para mostrar con garantía nada de lo mucho que aquí puede decirse. Para quien quiera saber más, puede encontrar en numerosos autores (preferentemente en los que han realizado la práctica) y en el mismo Wilber, mapas completos de los estadios transpersonales. Desde aquí, el objetivo es mostrar mi propia comprensión, poca o mucha, acertada o equivocada, pero basada en mi propia experiencia. El mensaje que quisiera transmitir, el sabor que quisiera sugerir, la música que desearía inspirar en su cuerpo, en su mente y en su alma es que el cambio es posible. Podemos darle la vuelta a nuestra vida y despertar al verdadero propósito por el que estamos aquí, activar la memoria antigua de lo que somos, abrazar el pasado y ponerse en paz con él para poder vivir plenamente en tiempo presente, aquí, ahora, cogiendo la ola, fluyendo con ella, simplemente siendo...

El Proyecto Integral.es quiere contribuir, desde un impulso colectivo, desde esta invitación a participar que hacemos en estas jornadas, a crear un espacio expresado en español para que la ola integral pueda desplegarse cantando a la diversidad desde la unidad sentida en el centro del corazón. A partir de aquí, lo que se logre, lo que se vea y lo que pueda construirse en esta dirección será la expresión de algo nuevo. Sea lo que fuere, les propongo renovar aquí su compromiso para consigo mismos, dar la bienvenida a este momento, y a este, y a este otro... con esta conclusión tan sencilla y a la vez tan necesaria: Practica, practica, practica...